Donald Trump ¿es maoísta?
El presidente de EE.UU. estaría destruyendo lo mejor de la elite científica y cultural norteamericana para garantizarse aumentar el poder personal, de manera similar a la famosa Revolución Cultural.

Thomas Friedman, el prestigioso columnista del diario The New York Times que ganó tres veces el Premio Pulitzer, viene escribiendo varios artículos sobre China como gran potencia del siglo XXI. En uno de ellos, titulado “Acabo de ver el futuro y no está precisamente en los Estados Unidos de Trump”, Friedman da cuenta del enorme desarrollo tecnológico que pudo comprobar en su reciente visita a China.
Comienza esa columna narrando que fue a visitar el nuevo centro de investigación de Huawei, el gigante chino de las telecomunicaciones, que tiene el tamaño de 225 campos de fútbol, integrado por 104 edificios que contienen laboratorios en los que trabajan unos 35.000 científicos e ingenieros. Este artículo del periodista norteamericano se puede resumir en una frase que le escuchó a uno de los principales empresarios de EE.UU. que se encontró en China: “Hubo una época en que la gente venía a Estados Unidos para ver el futuro; ahora vienen aquí”.
China no solo está más adelantada que EE.UU. en muchos rubros científicos (hace ya una década que la supera en patentes tecnológicas), sino que hace todo muy rápido. El impresionante campo de investigación de Huawei se terminó en menos de 3 años. Huawei fue sancionada por Donald Trump en 2019 para privarla de acceder a tecnología de vanguardia. En vez de lamentarse por las pérdidas que eso le ocasionaba la empresa china invirtió muchísimo más y logró desarrollar semiconductores avanzados que ya están presentes en su modelo Mate 60 y fabricó el primer celular triple plegable del mundo. Además, creó un nuevo sistema operativo móvil propio para competir con los de Apple y Google.
Huawei es una empresa líder gigantesca. También desarrolla Inteligencia Artificial de punta, minería robótica inteligente (sin seres humanos en las minas) y autos autónomos comandados por computadora. Para abastecer el desplazamiento de millones de estos vehículos la empresa china emplazó en solo 2024 más 100.000 terminales de cargadores rápidos para vehículos eléctricos en toda China. En comparación EE.UU. desde 2021 a la fecha apenas si logró instalar 214 de estos cargadores y en apenas 12 de los 50 estados que conforman el país.
Friedman recuerda que Trump no solo pone aranceles más alto a la importación de tecnología (con lo que dificulta que ingrese a EE.UU.) sino que desmantela los laboratorios de investigación científica y tecnológica, quiere poner impuestos a los autos eléctricos y a la energía renovable (que hoy son punta de lanza de nuevas investigaciones tecnológicas) y está en guerra contra las mejores universidades (a las que desfinancia por negarse estas a someterse al control ideológico desde el Estado federal).
Al contrario de los EE.UU. de Trump, China instala nuevos laboratorios de investigación y apoya revolucionarios proyectos científicos y tecnológicos en todos los campos del saber. Solo en ciencias básicas e ingeniería China gradúa cada año a más de 3.500.000 nuevos profesionales. Una cifra superior a la totalidad de todos los graduados en EE.UU. en todos las disciplinas y en todos los grados (desde formación inicial a posdoctorados).
Tim Cook, el CEO de Apple, dijo en una entrevista cuáles son las razones por las que su empresa fabrica sus productos en China: “La razón principal es el sofisticado tipo de habilidad que hay allí. China ha logrado una manufactura muy avanzada, de modo que allí se encuentra la intersección de las habilidades artesanales con la robótica más sofisticada y el mundo de la informática. Eso, que es muy raro de encontrar en cualquier lugar, es muy importante para nuestro negocio debido a la precisión y el nivel de calidad que nos gusta. Los productos que fabricamos requieren herramientas realmente avanzadas y la precisión que se requiere, así como las herramientas que usamos y el trabajo con los materiales que hacemos son de última generación. Y la habilidad para hacer todo esto, que es muy difícil, es muy profunda en China. En Estados Unidos podríamos celebrar una reunión de ingenieros de herramientas en esta pequeña sala. Y no estoy seguro de que pudiéramos llenar esta sala. En China se podrían llenar varios campos de fútbol convocando solo a los mejores ingenieros de herramientas. Todo es así en China. Por eso fabricamos allí y no podríamos hacerlo en EE.UU..”
Friedman cuenta que los miembros del gobierno chino con los que se entrevistó le preguntaron si Trump era maoísta. Para ellos, sin asomo de chiste, Trump estaría destruyendo lo mejor de la elite científica y cultural norteamericana para garantizarse aumentar el poder personal, de manera similar a como hizo Mao en los 60 impulsando la famosa Revolución Cultural. A China le llevó 50 años superar los desastres de aquel proceso y solo lo logró con el advenimiento de una nueva generación de líderes que pensaban lo opuesto a las ideas de Mao.

Thomas Friedman, el prestigioso columnista del diario The New York Times que ganó tres veces el Premio Pulitzer, viene escribiendo varios artículos sobre China como gran potencia del siglo XXI. En uno de ellos, titulado “Acabo de ver el futuro y no está precisamente en los Estados Unidos de Trump”, Friedman da cuenta del enorme desarrollo tecnológico que pudo comprobar en su reciente visita a China.
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