La serie Adolescencia y los subproductos de la educación
De modo desgarrador, muestra que la experiencia educativa no se restringe a lo que el otro aprende o a su capacidad de aprender.

Si aún no la vieron, la serie trata sobre un crimen cometido en Inglaterra. El asesino, un chico blanco de trece años, que vive con su hermana y sus padres en un barrio de clase media; la víctima, una compañera de escuela.
¿Qué muestra la serie desde el punto de vista educativo? La primera reflexión que pienso tiene que ver con lo imprevisible del acto educativo. Educar es dar algo, compartirlo con otro, no más que eso. Nada asegura que lo que damos sea recibido, ni mucho menos, que sea recibido de la manera en que queremos que ocurra. Esa imprevisibilidad es percibida por el padre (Stephen Graham) como una “falla”: ¿qué hicimos mal?, ¿en qué nos equivocamos? se pregunta. Alejado del horror en el que esas preguntas tienen lugar, uno podría agregar: ¿y por qué no?, ¿por qué tendríamos que equivocarnos para que eso se produzca? No quiero poner el acto educativo en relativismo extremo que impida pensar en que algo es posible. No es eso. Lo que quiero es correrme del determinismo educativo que se expresa en la serie, pensando -desde el dolor- el crimen como un error o falla en la educación.
La educación puede evitar destinos, evitar por ejemplo que quien nace con determinadas condiciones pueda atravesarlas y salir de ellas. Pero la educación no es determinista. No produce efectos cerrados ni certeros. Porque si no, caeríamos en el simplismo contrario: pensar que la falta de educación produce siempre determinados efectos, idea explotada en los films en que los asesinos son estereotipados chicos marginales.
La serie convoca lo imprevisible educativo porque el criminal no cabe en el molde del “pibe-chorro”; “niño- peligro” o “adolescente-marginal”. Si fuese un criminal previsible, estaríamos hablando de lo que faltó de educación. Es interesante ver que la clase social del niño criminal tiene derivas distintas dentro del campo educativo. El gran público queda paralizado al ver que también un chico “educado”, uno “de los nuestros”, puede convertirse de la noche a la mañana en un asesino.
Si entonces la educación no faltó y estuvo presente en la vida de Jamie… ¿qué ocurrió? De un modo desgarrador, la serie muestra que la experiencia educativa no se puede restringir a lo que el Otro aprende o a su capacidad de aprender. La perplejidad del padre se produce justamente porque él no encuentra el vínculo directo entre su enseñanza y el aprendizaje de su hijo Jamie y busca sin encontrar los efectos de su enseñanza en el pequeño. La pedagogía nos enseña que enseñanza y aprendizaje son independientes, que el aprendizaje es exterior y siempre distinto a la enseñanza.
Cuántas veces hemos presenciado escenas en las que un adulto dice a un niño: “¿de dónde sacaste eso? Eso no es lo que yo te enseñé”. Esa imprevisibilidad educativa es la única posibilidad que el sujeto tiene de lograr la libertad, apartándose todo lo que más pueda de la formación que se le da. “Formar libres” es un oxímoron, porque la transmisión de conocimientos y la transformación del ser no tienen una relación causal y son irreductibles.
La segunda reflexión tiene que ver con que lo que hacen nuestros hijos y estudiantes con lo que les damos es más un derivado o un subproducto de la enseñanza que reciben, idea acuñada por el filósofo Zizek. Los seres humanos no se producen linealmente desde el exterior, sino que más bien se van construyendo a partir del diálogo intersubjetivo y opaco, en el sentido de poco claro, entre lo que se les dice y se les muestra por un lado y lo que escuchan y ven por el otro.
La libertad consiste siempre en hacer otra cosa con lo que recibimos. Toda relación educativa se enriquece de sus subproductos o derivados porque allí aparecen cosas nuevas no previstas. Lo que estremece en la serie es la hipérbole del subproducto educativo a partir de la transformación del niño en criminal. Jamie es la encarnación de un subproducto educativo que nadie quiere para nuestra humanidad.
* Profesor en Instituto de Formación Docente y Universidad de Río Negro. Investigador en Universidad Pedagógica Nacional.

Si aún no la vieron, la serie trata sobre un crimen cometido en Inglaterra. El asesino, un chico blanco de trece años, que vive con su hermana y sus padres en un barrio de clase media; la víctima, una compañera de escuela.
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