Medir las amenazas de los impactos
Hay tres espacios que están compelidos a competir el 26 de octubre para ocupar sitios que dejaron semivacíos la derecha militante y el MPN. Unir a Javier Milei y Rolando Figueroa es la estrategia del kirchnerismo que es el que más bancas arriesga en la elección de medio término.
Mientras se realizan experimentos de prueba y error para la construcción de un relato en favor de un liderazgo, la incertidumbre sobre el 27 de octubre, el día después de las elecciones de este año, gana espacio.
A grandes rasgos, se observa un escenario conformado por tres sectores que disputarán la aprobación ciudadana: La Libertad Avanza, Comunidad y el kirchnerismo.
Las dudas que se presentan radican en que, si bien históricamente se trató de una elección nacional en la que el localismo quedaba relegado, no siempre ha sido así. En las elecciones de medio término de 2005 ingresaron dos legisladores del Movimiento Popular Neuquino (MPN) y uno del oficialismo nacional. Por lo tanto, el argumento de que Comunidad jugará un papel secundario no resulta concluyente, y por ello se evalúan los riesgos.
Los sectores inclinados a la derecha que forman parte del proyecto político gobernante tienen su propia dinámica. La Libertad Avanza encontró en Nadia Márquez a una figura que trabaja activamente en identificarse con el partido, apropiarse de la simbología nacional y marcar territorio para demostrar que sus banderas son las que la ciudadanía neuquina adoptaría como propias.
El PRO, en sus dos variantes, se encuentra demasiado enfocado en otros frentes: primero, en las elecciones del 18 de mayo en la ciudad de Buenos Aires y, luego, en las tareas que le encomendaron en el Ejecutivo y en el Legislativo, espacios en los que, según afirman, se sienten muy a gusto.
El kirchnerismo neuquino, representado por el senador Oscar Parrilli y el diputado provincial Darío Martínez, atraviesa un panorama complejo. Por un lado, se le exige expresar una férrea oposición al gobierno nacional; por otro, debe diferenciarse del esquema que impulsa el gobernador Rolando Figueroa, quien ha logrado atraer a sectores de militancia como el Frente Grande, el Movimiento Evita y La Jauretche.
Se trata de una doble batalla con un desafío clave: en la Cámara Alta se renovarán dos bancas del kirchnerismo durante los últimos seis años, la de Parrilli y la de Silvia Sapag.
En ese contexto, se intenta vincular -a veces con torpeza y otras con mayor acierto- la gestión de Figueroa con la de Javier Milei, presentándolos como un binomio inseparable.
El mensaje que se busca instalar es claro: votar a Figueroa es votar a Milei, y la única oposición real estaría en el kirchnerismo.
Dicho mensaje encuentra eco, y en un escenario donde se miden riesgos, resulta relevante. Existe un espacio semivacío para defensores sin eufemismos del modelo libertario en una provincia con tradición progresista.
En el entorno del núcleo de poder de Comunidad, se razona que, si es cierto que el libertario captará el voto ciudadano por el solo hecho de llevar ese sello, podría producirse un efecto derrame.
No obstante, el objetivo es ocupar espacios de poder, pues no hay batalla que se gane o se pierda sin participar. Se recordó que el propio Figueroa admitió haber sabido de antemano que perdería las elecciones del 26 de noviembre de 2018, pero aun así decidió competir porque necesitaba visibilidad y una radiografía interna del partido.
El MPN, según definió un dirigente, “está en una profunda crisis porque la derrota de 2023 fue muy dura y hay mucha incertidumbre”.
Se sumó a la estrategia del gobernador, la cual, en términos cualitativos, no es diferente a la que habría adoptado cualquier otro titular del Poder Ejecutivo Provincial con el emblema dorado del partido en su solapa.
Competir en estas elecciones implicaría poner en aprietos a los intendentes, quienes deben gestionar apoyo político y financiero en la ciudad de Neuquén para responder a sus votantes. También significaría arriesgar lo que se construyó como su bastión: la gobernabilidad.
Un equilibrio que, con matices, se respetó incluso en la gestión de Horacio “Pechi” Quiroga. ¿Cómo no hacerlo con Figueroa?
En definitiva, en política, los espacios vacíos tienden a ocuparse, pero siempre midiendo riesgos.
Mientras se realizan experimentos de prueba y error para la construcción de un relato en favor de un liderazgo, la incertidumbre sobre el 27 de octubre, el día después de las elecciones de este año, gana espacio.
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