Tres dimensiones de la derrota de Javier Milei en el Senado
El presidente Javier Milei atraviesa uno de los momentos políticos más difíciles.
El presidente Javier Milei atraviesa uno de los momentos políticos más difíciles desde que asumió el poder. Tras una votación extraordinaria en el Senado -no hay registro en la última etapa democrática de un rechazo a pliegos para la Corte enviados por el Ejecutivo- se expuso la fragilidad del proyecto político de Milei, el primer outsider en alcanzar la presidencia argentina. Lo ocurrido ayer fue un frente más para el abanico de problemas que tiene el Gobierno.
El Gobierno enfrenta una crisis múltiple acumulativa: con las reservas en rojo, un acuerdo con el FMI que se demora peligrosamente, a lo que se suma la dura derrota institucional en el Senado, donde el rechazo a los pliegos de los jueces García Mansilla y Ariel Lijo, que dejó al descubierto los límites del poder de negociación del Ejecutivo.
La novedad fue que el límite no llegó desde la oposición, sino de un supuesto aliado político a quien, como a tantos otros, Milei despreció y maltrató: Mauricio Macri.
Primera dimensión: la política
Macri, el mismo que lo ayudó a llegar a la presidencia acompañándolo en el balotaje y cediéndole parte de su estructura, fue quien ganó centralidad ayer en el Senado. Más allá de los festejos opositores y de los discursos sobre el “triunfo de las instituciones” que invadieron las redes sociales, la realidad tuvo otro condimento fuerte: fue Macri quien empujó a un Gobierno que hasta ahora se creía invencible y ahora hace equilibrios.
Y no lo hizo por sorpresa, lo había insinuado en un par de apariciones previas. Probablemente el motivo se la jugada del oficialismo nacional entrometiéndose en las elecciones en la Ciudad de Buenos Aires, espacio «sagrado» para el PRO de Macri.
La “defensa de la institucionalidad” invocada ayer no fue tanto o menos que una vieja maniobra de la política tradicional. Incluso Patricia Bullrich, ministra de Seguridad y exaliada de Macri, lo definió como una «vendetta» del expresidente.
Segunda dimensión: la económica
Consciente del riesgo que implicaba esta sesión para sus ambiciones, Milei desplegó maniobras desesperadas —atribuidas a su asesor estrella, Santiago Caputo— para intentar frustrar la sesión.
Quizá sospechando que no tendría éxito, creyendo que los temas judiciales son una causa menor (por eso lo había hecho por DNU) o apurado por un acuerdo con el FMI que no se desenreda, Milei viajó a Estados Unidos a recibir un premio de baja calidad, pero con un objetivo mayor: lograr una foto junto a Donald Trump.
Irónicamente, apenas un día antes, Trump había anunciado nuevos aranceles a las importaciones, incluidas las argentinas, algo que se trató de maquillar y hasta se camufló -el viaje- de intento de negociación bilateral.
Lo cierto es que la oportunidad solo buscaba una foto como garantía para cerrar el acuerdo con el FMI.
El presidente, obsesionado con lucir su poder cuando las encuestas lo validan intentó poner jueces afines en la Corte Suprema por decreto —como García Mansilla, que llegó a firmar 175 fallos cuya validez ahora está en duda—, y prefirió abandonar la pelea antes de sufrir una derrota aún más humillante.
Por más que haya viajado, el daño ya estaba hecho y se sumó a una escena que tiene a las reservas del Banco Central exhaustas, un dólar inestable y un acuerdo con el FMI que no llega; en suma el futuro de Milei luce plagado de desafíos.
Tercera dimensión: la social
La tercera herida es la más profunda: la del vínculo con la sociedad. Como reflejan las encuestas, la población comienza a reencontrarse con una frustración conocida. Percibe nuevamente una clase política desconectada, ajena a sus padecimientos, blindada frente a la crisis mientras reclama paciencia y sacrificios.
El nombramiento de jueces de la Corte Suprema, aunque clave para la arquitectura institucional, aparece para la mayoría de los ciudadanos como una disputa lejana, técnica y de rosca política, sin impacto directo en su vida diaria. Las familias siguen sin ver retribución alguna más allá de variables estadísticas.
La esperanza que Milei supo despertar en amplios sectores amenaza con apagarse.
La derrota en el Senado, sumada a los problemas económicos y a la creciente impaciencia social, abre un escenario de incertidumbre para el gobierno. Milei, además, deberá revisar el rol de sus funcionarios, en especial el de su ministro del Interior y el de su asesor en Justicia, que no lograron torcer el éxito de una sesión cuyo desenlace era previsible desde hacía meses.
La sociedad parece estar volviendo a desconfiar de todos. Y a Milei, que es probable que enfrente problemas judiciales por la criptomoneda “Libra”, podría tocarle gestionar algo que es quizá parpara lo que menos este preparado: un descontento social generalizado y una crisis económica por la falta de dólares.
El presidente Javier Milei atraviesa uno de los momentos políticos más difíciles desde que asumió el poder. Tras una votación extraordinaria en el Senado -no hay registro en la última etapa democrática de un rechazo a pliegos para la Corte enviados por el Ejecutivo- se expuso la fragilidad del proyecto político de Milei, el primer outsider en alcanzar la presidencia argentina. Lo ocurrido ayer fue un frente más para el abanico de problemas que tiene el Gobierno.
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