Quién era Julián Dobra: así lo recuerdan sus amigos y vecinos tras el brutal asesinato en Roca

Este miércoles se cumple una semana de uno de los crímenes más escalofriantes de los últimos años. Julián Dobra de la Canal tenía 32 años y apareció muerto. No saben quién ni quienes lo mataron. Así lo recuerdan con dolor en el barrio de toda su vida.

El sonido característico del escape de su Suzuki Fun rojo ya no volvió a escucharse. El silencio que dejó el asesinato de Julián Dobra en el barrio La Barda de Roca asombra, duele, pesa, rompe el corazón de quienes lo vieron crecer entre los patios compartidos, los juegos de infancia y los abrazos de Año Nuevo. Mientras avanza la investigación de uno de los crímenes más sangrientos de los últimos años, en el círculo cercano de la víctima reconstruyen su imagen y exigen justicia.

Tenía 32 años. Era profesor de Educación Física, egresado en Bariloche, y cada fin de año volvía a su tierra para reencontrarse con su madre, sus amigos de siempre, y ese rincón del Alto Valle donde dio sus primeros pasos. Trabajaba como seguridad en una empresa privada. Salió de su departamento de la calle General Paz el 16 de abril. Nunca volvió.

Era hijo de dos trabajadores nodocentes de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de Roca. Además, era sobrino político de Sergio Barotto, vocal del Superior Tribunal de Justicia de Río Negro y docente universitario.

Julián Dobra tenía 32 años al momento de su asesinato en Roca.

Exactamente 14 días después, su cuerpo apareció en las bardas al norte de la Ruta 6. Lo mataron y el disparo en su cabeza no fue lo único que marcó su fin. Lo dejaron allí, en ese terreno inhóspito de jarillas y huellas del paso de puesteros, lejos de las luces, lejos del ruido. Lo encontraron sin vida el 30 de abril. Tres días después, su auto apareció calcinado en un radio que no superó los 4 kilómetros.

La escena del crimen -si es que fue allí donde lo mataron- se volvió una de las llaves para la investigación. Los peritos marcaron con carteles amarillos y numerados, los puntos de interés entre el polvo y la agreste vegetación del lugar. Pero nada resulta suficiente para explicar tanta crueldad. No hay respuestas. Solo más preguntas.


«Era como un hijo para el barrio»: el crimen de Julián Dobra y las preguntas que nadie puede responder


Marcela Gutiérrez caminó por el barrio con el dolor de una madre. Sus dos hijos compartieron la vida con Julián: los cumpleaños, los asados, las navidades. «Esto nos destruyó. Era una dulce criatura. Era como un hijo para todos», relató.

Los patios internos del barrio 36 Viviendas, donde la figura de Julián Dobra emana recuerdos y tristeza tras su crimen. Foto Juan Thomes.

Ella será la vocera de la marcha que este viernes pedirá justicia en el centro de Roca. «Salimos con el corazón roto. No queremos violencia, no queremos odio. Queremos saber por qué», aclaró, ante el eco de los comentarios que «no suman» a la delicada situación que se atraviesa.

En las 36 Viviendas, todos conocían a Julián. Lo recuerdan como un joven educado, inteligente, sensible. «La última vez que lo vi, vino a pedirme una pinza para sacarse una espina del pie. La perdió. Pero a los pocos días me la devolvió porque se sentía en falta. Así era él, se detenía en esos detalles», retrató Marcela.

En su adultez, Julián se mudó a un departamento en el barrio Las Bardas. Diario RÍO NEGRO fue hasta el lugar y conversó con vecinos de Dobra. Lo describieron como un hombre tranquilo. «Nunca hubo un problema», relató una de las personas que vivía cerca de su departamento en General Paz al 2200.

Tampoco notaron movimientos extraños antes ni después de su desaparición. Detallaron que Dobra llamaba la atención cuando llegaba al barrio por el sonido del caño escape de su auto Suzuki Fun rojo. Pero desde el 17 de abril, no se lo escuchó más. Y el silencio también se trasladó hacia la preocupación.

A la vuelta de su casa, hay una iglesia y cerca está el Instituto Universitario Patagónico de las Artes (IUPA). Por lo que, el movimiento de vecinos y estudiantes que viven en el lugar, podrían haber percibido más que su ausencia.

Lo que despertó especial atención de los investigadores fue la posibilidad de que esa salida haya quedado grabada por cámaras de videovigilancia, tanto privadas como públicas. Sin embargo, aparentemente, no habría rastros de su última salida del hogar.

El día posterior a la aparición de su cuerpo, el barrio estaba organizando el velorio. Horas después, se enteraron de la aparición del auto, incendiado. La desesperación se transformó en impotencia.


Lo que se sabe del asesinato que conmueve a Río Negro


Hasta el momento, hay más silencios que certezas. La investigación, a cargo de la fiscal jefe, Belén Calarco y el fiscal Marcelo Ramos, aún no tiene imputados ni sospechosos identificados públicamente.

Tampoco se informó el calibre del arma ni si hubo rastros que permitan saber dónde lo mataron. Solo se confirmó el disparo en la cabeza y los signos evidentes de criminalidad. Pasan los días y es poco lo que se sabe de una causa que tanta preocupación provoca.

Las cámaras de seguridad, públicas y privadas, no aportaron imágenes de su última salida. Y en su barrio, donde la rutina continúa con ventanas abiertas y ojos atentos, nadie notó movimientos extraños.


La marcha: un grito que pide justicia en paz


Este viernes, a las 17, las calles de Roca volverán a ser escenario de una manifestación. No quieren «banderas partidarias». Solo carteles con su rostro, velas encendidas y acompañamiento la exigencia de más seguridad y esclarecimiento de la causa.

El punto de encuentro será la plaza San Martín. Desde allí, los vecinos del barrio 36 Viviendas y de toda la ciudad marcharán con un pedido unánime: justicia por Julián.


Dolor y silencio familiar tras el crimen


La familia de Julián -ligada al mundo universitario y judicial de Río Negro- prefirió continuar en respetable silencio. Aún les cuesta salir del estado de conmoción. Quizá algunos no estarán presentes en la marcha. Pero apoyan el reclamo.

El viernes a las cinco de la tarde, desde el corazón del barrio, los amigos y vecinos caminarán juntos hacia la plaza San Martín. «No queremos faltarle el respeto a nadie, solo pedimos que General Roca se ponga por un momento en la piel de su madre«, concluyó Marcela.

Y otra vez, el eco del silencio. Porque Julián no está. Y nadie entiende por qué.


El sonido característico del escape de su Suzuki Fun rojo ya no volvió a escucharse. El silencio que dejó el asesinato de Julián Dobra en el barrio La Barda de Roca asombra, duele, pesa, rompe el corazón de quienes lo vieron crecer entre los patios compartidos, los juegos de infancia y los abrazos de Año Nuevo. Mientras avanza la investigación de uno de los crímenes más sangrientos de los últimos años, en el círculo cercano de la víctima reconstruyen su imagen y exigen justicia.

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