24 de marzo | Katiana atravesó la dictadura como mujer trans: «No éramos visibles, vivíamos detenidas»
Llegó a Neuquén huyendo de la persecución en Buenos Aires. Para ella, "la militancia empezó a crecer en los calabozos". Su historia, por el Día de la Memoria.
En el Día de la Memoria, que se conmemora el 24 de marzo, contamos relatos de personas de la Patagonia que sobrevivieron, que huyeron o que tuvieron que elaborar estrategias para seguir vivas durante la última dictadura militar. Hoy te contamos la historia de Katiana Betsabé Villagra, una mujer trans de Neuquén:
Esa época oscura le dejó marcas a fuego, en la piel y en la memoria. “Recordar me pone triste, pero no quiero olvidar”, empieza Katiana Betsabé Villagra, una mujer trans de 62 años que vive en Neuquén.
Nació en Tucumán, pero a los tres años se fue a Buenos Aires con su mamá, donde atravesó la dictadura militar de 1976 a 1983. A sus 22 años llegó a Neuquén a probar suerte, cansada de la persecución y las múltiples detenciones que sufrió por parte de las fuerzas de seguridad.
“De Buenos Aires llego escapándome de la policía, de cómo nos trataban. No podíamos salir a ningún lado. Donde nos encontraban o nos veían, éramos detenidas por 30, 60 y hasta 90 días”. “Nos bajaban de los colectivos. Nos cortaban el pelo”, cuenta entre muchos otros actos de crueldad de los que fue víctima.
“Hay muchas compañeras que ya no están. Hemos pasado cosas juntas, estando paradas en una esquina de la Panamericana, donde teníamos que correr de la policía. A veces cuando íbamos escapando nos atropellaban”, cuenta.
Neuquén “la abrazó”, dice y es la ciudad donde actualmente transita su adultez trans. Es activista, costurera, tiene un taller y pudo acceder a un trabajo formal recién a sus 55 años, como empleada en la Subsecretaría de Diversidad de la Provincia.
“Cuando decidís ser quien sos, lo primero que perdés es tu hogar, tu familia, vivís la exclusión, y después ya no tenés ingreso al estudio, perdemos el sistema de salud, el sistema de la vivienda, todo. Nosotras pasábamos a no tener nada, a vivir en lugares precarios”, cuenta. A ella le pasó todo eso en pleno golpe de Estado en Buenos Aires.
Su historia es la de una persona a la que le asignaron sexo masculino al nacer, pero que se sintió parte de una identidad de género distinta durante la infancia. Estudió en la escuela “San José”, una institución religiosa. Un día a sus nueve años, llamaron a su madre para informarle que faltaba a clases de carpintería y electricidad, pero que iba a costura y cocina; y la derivaron a un psicólogo. “Yo me sentía distinta en ese tiempo, nada más que no podía entender lo que pasaba. Y era que estaba despertando la que soy hoy, Katiana Villagra”, afirma.

Apenas empezó el golpe militar en 1976, Katiana tenía 13 años. “Yo era una mujer trans que se estaba construyendo. Sabía, a través de mis compañeras, que al lograr la construcción trans, perdía mis derechos como ciudadana”, relata. Y así fue en esa época. Perdió todo, incluso a su familia, que no la comprendió. “Ser una persona trans no se elige, se siente”, repite cada vez que puede.
Tenía 14 años cuando empezó su transición. Era una “NN” dice porque no existía la identidad trans, ni era visible ni tenía nombre: “Nos decían homosexuales, putos, hombres vestidos de mujer. (…) Nosotras siempre recibimos el agravio de toda la sociedad”.
Gran parte de su adolescencia y juventud ejerció la prostitución, y “no por elección”, dice. «Vivíamos de noche, en el día no podíamos salir, porque era muy difícil (…) no había ninguna, ninguna opción”.
24 de marzo: las detenciones a la chicas trans en la calle, una pesadilla
Katiana perdió la cuenta de cuántas veces se la llevaron detenida durante la dictadura: en Munro, Victoria, San Isidro, en Martínez. De ahí iba a parar a la cárcel. “A veces salíamos a trabajar y nos bajaban (…) corríamos el riesgo constantemente. Y después en las detenciones eran horribles porque nos llevaban de todos lados”, recuerda.
“Nos detenían porque éramos trabajadoras sexuales”, cuenta. Esas noches parada en las esquinas no sabía cómo podían terminar, pero no tenía alternativa.
“A nosotras elegir, al asumir nuestra identidad como personas trans, perdíamos todos nuestros derechos, entonces la única opción que teníamos era el trabajo sexual”, agrega. Y eso significaba una contravención en sí mismo en ese contexto.
“Pasábamos a ser personas NN porque éramos personas nómadas, andábamos por donde podíamos y donde creíamos que podíamos estar un poquito mejor”.
Katiana Villagra, mujer trans de Neuquén que vivió la dictadura militar.
Las detenciones fueron solo una parte de la historia. “Golpes, peleas, nos escupían las cosas, y violaciones. Un montón de cosas. No podíamos hacer nada porque éramos NN. A nadie le interesaba, a nadie. Y cuando digo a nadie, es a nadie. Ningún abogado quería tomar nuestro caso. ¿Quién nos iba a querer defender?”, enfatiza.
Un mes fue lo máximo que ella pasó tras las rejas, pero sabe de otras que llegaron a estar tres meses.
«Para que no nos cortaran el cabello recurríamos a las enseñanzas de las grandes, enjabonarnos en la cabeza y ponernos una peluca, o hacernos una toca con jabón que quedara bien apretado y nos poníamos la peluca. Aprendíamos de todo”, refleja Katiana.
Entre los recuerdos que se le vienen a la mente como una pesadilla, cuenta: “Había un hombre que le decíamos el ‘Cazador de Mariposas’ porque salía a matarnos, a atropellarnos y terminó siendo un comisario”.

Además de las sobrevivientes, hubo desaparecidas. “No fueron solamente 30.000 los detenidos desaparecidos, sino que son 30.400”, dice Katiana. Esos 400 son personas del colectivo LGTBIQ+.
“Fue bravo, muy bravo. Mi madre trans estuvo detenida en el Pozo de Banfield con los militares, entonces también hay una gran historia antes de mí. Ella pudo alcanzar la reparación histórica”, revela. ‘Mamá trans’ es su madre por adopción, una persona que la acogió, un pilar en su segunda familia con quien vivió la transición.
24 de marzo: “La militancia empezó a crecer en los calabozos”
“No había información sobre las personas trans, al contrario, ni siquiera teníamos ese nombre, todo lo tuvimos que militar y hacerlo nosotras”, reconoce Katiana.
Y por eso, hoy llega a la conclusión de que su militancia comenzó en los calabozos. Fue ahí, en los peores momentos, en los que se dieron cuenta de que «teníamos que empezar a militar». «Ni siquiera sabíamos de la militancia, pero necesitabamos hacer algo para juntarnos y empezar a caminar en la calle, porque no éramos visibles: vivíamos detenidas”, cuenta Katiana.
Hoy recapitula y concluye que toda su vida fue huir. En ningún lugar era aceptada. Ahora transitando su adultez trans en la Patagonia, y con el peso de la discriminación y la violencia sobre su espalda, sabe con certeza que el haber luchado por sus derechos y libertades, colectivamente, produjo importantes conquistas en la calle.
Para Katiana, gracias a esto, muchas familias hoy pueden acompañar a sus hijes trans. En su caso, ella pasó dos décadas pasó sin ver a su familia. Hace pocos años recién pudo reanudar el vínculo roto. Hoy agradece poder encontrarse con su mamá biológica y fundirse en un abrazo.
Con la Ley de Identidad de Género, sancionada en 2012 luego de un largo recorrido en la calle, Katiana puede ser quien es ante el Estado y la sociedad, y sentirse cada día un poco más plena. “Ahí pudimos empezar a vivir en democracia”, sostiene.
«La Ley de Identidad de Género (2012) fue una ventana hacia nuestra identidad, hacia donde las personas trans pudimos realmente ser quienes somos».
Katiana Villagra, mujer trans que atravesó la dictadura militar.
24 de marzo: los “peligros” del presente son ecos del pasado
“Lo que veo es el peligro que tenemos hoy con este gobierno (Javier Milei) que tiene un discurso de odio hacia las disidencias, hacia las mujeres. Ese odio repercute en nosotras, en mujeres y en las disidencias, en las personas pobres, en las personas trans, en las personas no binarias. Quieren atacar todo lo que hemos conseguido, con muertes, a través de la militancia», opina.
Hoy dice con satisfacción que pudo dejar de ejercer la prostitución y acceder a un trabajo formal. “Por suerte traspasé la estadística de vida que tenemos las personas trans, que es de 35 a 40 años, en la provincia de Neuquén es de 42”, explica.
“Las adultas hemos estado y lo hemos pasado para que en algún momento nos puedan escuchar. (…) Gritamos siempre, hemos luchado, hemos activado todo para conseguir derechos, y un poco nos hemos olvidado de nosotras, intentando conseguir libertad para la nueva generación”, concluye.
Adultas trans
- 5
- personas trans adultas que superaron la edad promedio de expectativa de vida, viven en Neuquén, según estimó Katiana Villagra. Solo una de ellas es nacida en Neuquén.
Desaparecidos
- 400
- personas del colectivo LGTBIQ+ desaparecieron durante la última dictadura militar en el país, según los registros de las organizaciones de Derechos Humanos.
En el Día de la Memoria, que se conmemora el 24 de marzo, contamos relatos de personas de la Patagonia que sobrevivieron, que huyeron o que tuvieron que elaborar estrategias para seguir vivas durante la última dictadura militar. Hoy te contamos la historia de Katiana Betsabé Villagra, una mujer trans de Neuquén:
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