Allen y la imagen de Eva Perón que resistió a la venganza, a la dictadura y hasta a la naturaleza
La ciudad recuerda a la ex primera dama con un monumento que data de julio de 1953, inaugurado un año después de su fallecimiento. Homenaje para algunos, fue botín de guerra para otros. Algo de esa historia fue narrado ahora por un testigo directo.
Cuando Miguel logró su primer “franco” en el servicio militar, cruzó por el histórico puente de calle Avellaneda para pasar unos días en su casa, en el mítico barrio Norte, donde se había criado. Corría el año 1976 y las restricciones del gobierno militar de Jorge Videla y compañía ya habían comenzado, por eso el reencuentro con José Antonio Vila, su padre, lo anotició de una urgencia: debían esconder el busto de Eva Perón y todo lo que hiciera referencia a su partido.
En Allen la intervención del municipio, donde trabajaba José bajo la intendencia de Osvaldo Jáuregui, había sido “sin atropellos” si es posible decirlo, por esos los empleados tuvieron margen para retirar las fotos, cuadros y demás referencias políticas, según él mismo contó, antes de dejar el lugar para la gestión impuesta de Guillermo Scaramella. Sin embargo, eso no implicaba que no tuviera riesgos. Aún así, Don Vila arremetió y ya que estaba, con el busto de la ex primera dama también. “Viejo, a nosotros en el Batallón nos preparan para allanamientos, si te agarran con esto te van a mandar para adentro”, le advirtió Miguel preocupado. Aún así, las convicciones fueron más fuertes y ambos trabajaron para que un pozo en un rincón del patio, fuera el refugio de lo que representaba esa imagen, hasta que volviera la democracia.

Restauraron el busto de Evita en Allen | El olvidado recuerdo y la sed de venganza
La escultura dedicada a la referente política es la misma que hoy, 50 años después, pudo ser restaurada tras los daños del último y violento temporal del pasado mes de Enero. Tampoco pudo con ella la naturaleza, gracias a que los actuales integrantes de la Unidad Básica se ocuparon. Pero lo que muchos no saben, es que antes de esta reparación y del rescate de Don Vila, hubo una primera versión del monumento, hecha de bronce, que fue blanco de la sed de venganza.
Según recordó la docente e historiadora Mercedes Amieva de Boye, en su libro “Plazas, Plazoletas y Monumentos de Allen”, esa representación de la “Abanderada de los humildes” desapareció 20 años antes de la charla preocupada entre aquel padre y su hijo. Fue con la llegada de la “Revolución Libertadora”, el golpe militar encabezado por Eduardo Lonardi en septiembre de 1955, cuando toda mención a Perón ya había pasado a estar proscripta.
Y cuenta la historia oral, que era tal la polarización ideológica, que algunos vecinos celebraron el derrocamiento atando el busto de Eva Duarte con una cadena enganchada a un tractor, para arrastrarlo por la calle, como un botín de guerra. Con ese recuerdo en la memoria, Don José no dudó en proteger a la figura de su “líder espiritual” (así le decían), a pesar de los riesgos. El Archivo de Diario RÍO NEGRO confirma el clima hostil de esa época, cargado de tensión, de fuertes simbolismos y de posturas opuestas, que dividían a comunidades enteras.
Restauraron el busto de Evita en Allen | La eterna puja por lo simbólico
La colocación de ese monumento, establecida por ordenanza del 2 de Agosto de 1952, en la intendencia de Juan Mariani, había dispuesto un sitio de relevancia: nada menos que en la plazoleta del fundador Patricio Piñeiro Sorondo, en la intersección con calle Alem. Y de nuevo, como lo simbólico tiene en este tema mucho peso, Amieva confirmó que esa puja se notó también en el nombre de la avenida que rodea a todo ese sector de boulevard: supo llevar el nombre de “Libertad” (¿quizás en alusión al movimiento que impulsó el derrocamiento?) hasta que recién en 1973 fue rebautizada como “Eva Perón”. Esa misma designación se estableció también en 1952 para el puente sobre el acceso Güemes, junto con dos placas recordatorias.
Construido por Antonio Silenzi, autor de obras emblemáticas como el Teatro Municipal, el pedestal con el busto de bronce de “Evita” que terminó vandalizado, llevaba en cada lado los homenajes de la Municipalidad, la CGT y la Unidad Básica en sus Ramas Femenina y Masculina. Tras los daños y la destrucción del ‘55, el mismo responsable de la obra debió reemplazar todo por una fuente de agua, en octubre de 1957, hasta que un grupo de militantes (entre los que dicen que estaba el fallecido gobernador Carlos Soria), logró volver en 1983 al modelo original, vigente hasta la actualidad. “Los peronistas sabían que lo tenía mi papá”, contó Miguel. Hoy, las placas del homenaje fueron reemplazadas por dos obras en pintura, replicadas por el artista Germán Braschi.
El acto de reinauguración, realizado el pasado sábado por la tarde, sirvió para el reencuentro entre militantes y vecinos de todas las épocas, además de legisladores actualmente en actividad. Y también lo tuvo al hijo de Don Vila tomando la palabra para compartir el legado de su padre y esta anécdota que lo inmortalizó en tiempos complejos para el libre pensamiento. Aún así, Miguel insistió en la importancia de frenar el fanatismo, convencido de que la deuda ahora, es la de reconocer al radical Raúl Alfonsín, como emblema del regreso de la democracia. A su entender, la prioridad debería ser estar más unidos como vecinos.

Cuando Miguel logró su primer “franco” en el servicio militar, cruzó por el histórico puente de calle Avellaneda para pasar unos días en su casa, en el mítico barrio Norte, donde se había criado. Corría el año 1976 y las restricciones del gobierno militar de Jorge Videla y compañía ya habían comenzado, por eso el reencuentro con José Antonio Vila, su padre, lo anotició de una urgencia: debían esconder el busto de Eva Perón y todo lo que hiciera referencia a su partido.
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