14 años de la erupción del volcán Puyehue: la tarde en la que el cielo de Bariloche se oscureció
En pocos minutos, una nube negra cubrió el cielo de Bariloche y la región el 4 de junio de 2011. La gente entró en pánico. Horas después, las autoridades municipales anunciaban la erupción de un volcán en Chile.
Ese sábado 4 de junio, Vanesa limpiaba su casa en el kilómetro 10, al oeste de Bariloche, junto a sus dos hijos. «Era un día precioso. De pronto, abro la ventana para ventilar y veo una nube negra en el cielo que avanzaba a una velocidad impresionante. Esa enorme cortina negra parecía salida de una película de terror«, recordó.
En segundos, el cielo se oscureció. De inmediato, la mujer le pidió a sus hijos que entren a la casa, ingresó a las mascotas y cerró las ventanas. «Cuando volví a mirar caía algo del cielo. Era arena. Lo más sorprendente fue no tener ninguna advertencia. El pánico ante lo desconocido», dijo Vanesa Vicente.
Buscó la cinta de embalar y selló las juntas de las ventanas. También llamó a su esposo que participaba de un torneo de ajedrez. Pero sintió alivio al saber que ya estaba de regreso. «Me contó que los autos frenaban de golpe; la mayoría quería doblar en u para volver a su casa. Fue un caos y todo fue muy rápido. En media hora, estábamos casi en una situación de apocalipsis. Lo más grave fue no tener información», consideró y añadió: «Las autoridades habían decidido no causar pánico en la ciudad porque el evento era lejano. Pero el viento lo trajo para esta zona en un rato«.

Esa tarde, 14 años atrás, se produjo la erupción del complejo volcánico Puyehue-Cordón del Caulle, ubicado 400 kilómetros hacia el noroeste, en territorio chileno. La angustia por no saber lo que pasaba se prolongó algunas horas hasta que las autoridades informaron sobre el evento.
La capa de arena volcánica llegó a tener un espesor de hasta 15 centímetros en algunos puntos de la ciudad. Asimismo se veía un manto de ceniza en la superficie del lago Nahuel Huapi. Durante varios días, cuando se registraba viento, la ceniza levantaba vuelo.
Se conformó entonces un “comité de crisis” que hacía recomendaciones a la población, otro grupo integrado por científicos, vulcanólogos y técnicos aportaba información sobre las características de la ceniza; en tanto, varios sectores se organizaban para impulsar “un operativo de limpieza de la ciudad” a fin de remover miles de toneladas de ceniza.
«Todo el mundo quería salir a limpiar. Pero antes había que saber si realmente había dejado de caer ceniza -porque de qué servía limpiar si seguía cayendo-. Nos advertían la necesidad de analizar lo que caía para ver si era tóxico. No podíamos sacar a la gente a la calle. Necesitábamos información técnica respecto a cómo limpiar», especificó Vanesa que, en ese momento, integraba la Red Solidaria Bariloche.
«Bariloche, mi casa» fue el nombre de la jornada de limpieza que se llevó a cabo el 20 de junio, aprovechando el feriado por el Día de la Bandera. Miles de personas se congregaron en el Centro Cívico con palas, cepillos, carretillas. Solos, en grupos y en familia. Con guantes, barbijos y antiparras. Se entonaron las estrofas del himno nacional y emocionados, procedieron con las tareas de limpieza.

Las cuadrillas fueron coordinadas por una organización central conformada por voluntarios. «Fuimos muy cuidadosos para que no se sectorizara. Que no se convirtiera en un espacio político. Por eso, se tomó la decisión de que convocara un espacio solidario. Llegamos a contabilizar 10 mil personas en la calle, a ojo, aunque había muchos más», contó. Tambien hubo gente que aportaba su vehículo para recolectar arena y llevarla a la cantera municipal que se terminó llenando y entonces, se resolvió concurrir a otra cantera.
Vanesa recalcó que, durante el proceso de limpieza, descubrieron que la ceniza que había caído al lago «de alguna manera, limpiaba el agua». «Los vulcanólogos nos explicaron que las cenizas debían seguir su proceso natural; el problema era cuando la frenaba el hormigón, el asfalto. La ceniza es un elemento natural y estaba bien que quedara en la naturaleza«, indicó.
Si bien la gente quería arrancar la limpieza en su barrio, se decidió arrancar por el centro. «De manera creativa, había que enseñar a la comunidad cómo se limpiaba. Había que arrancar por los techos y hacer pilas que no fueran demasiado grandes porque es pesada«, destacó.
Vanesa reconoció que el mensaje de «Bariloche, mi casa» se eligió «a conciencia»: «Era necesario explicar que debíamos hacerlo juntos, lograr encontrarnos y sobre todo, sin desesperar, porque lo cierto es que estábamos aislados. No voy a olvidar jamás los abrazos de la gente que cantaba y bailaba emocionada. La limpieza era secundaria. La jornada tuvo su propia mística».
Recordó risueña que debieron «poner un freno» a mucha gente mayor que se acercó con intenciones de ayudar. Por otro lado, todos los centros de salud de la ciudad anunciaron que abrían sus puertas ante cualquier problema que pudiera surgir durante la jornada. Y las instituciones, desde Bomberos hasta la Gendarmería, también se hicieron presentes en la fiesta cívica.
La gestión de riesgos y minimización de impactos
Los científicos coinciden en que la erupción no debería haber sorprendido. «Había un trabajo previo de sensibilización sobre el riesgo de volcanes en la región, pero la sociedad no estaba receptiva«, resumió el geólogo y limnólogo Gustavo Villarrosa, investigador principal del Instituto Andino Patagónico de Tecnologías Biológicas y Geoambientales (Ipatec) y profesor asociado de la Universidad Nacional del Comahue.

En varios proyectos de extensión de la Unco, charlas y talleres para la Municipalidad, Parques y las fuerzas de seguridad, los investigadores hacían hincapié en el riesgo volcánico y en especial, sobre el cordón Caulle Puyehue. «Ya había advertido que era el más peligroso. Se sabía que tiene erupciones explosivas importantes y frecuentes que ya habían afectado a Bariloche y la zona en 1920 y 1960. El problema es que muchas instituciones locales no creían esto. Pasan 40 años y la gente se olvida hasta que vuelve a pasar», apuntó.
El evento del 4 de junio del 2011, consideró, fue «una erupción importante y prolongada porque duró varios meses. En Bariloche solo cayeron 4 centímetros de ceniza, pero en La Angostura cayeron 20«.

«En este caso, tuvo impacto en la provisión de agua potable, en la planta de saneamiento, en el tránsito, en los vuelos. En suma, impactos múltiples que deben estar previstos. Hay que ser resiliente, tener a la gente entrenada y sobre todo, contar con planes de contingencia», señaló Villarrosa.
Comentó que a nivel internacional, ya se cuenta con información por parte del sector científico respecto a los protocolos para proceder. «En esta región, no solo hablamos del cordón Caulle: el Calbuco hizo erupción en 2015. Muy cerca está el Antillanca y el Osorno. Son volcanes que pueden traer problemas. Lo que deberíamos hacer a nivel local -tanto el gobierno como las instituciones- es hacer una gestión de riesgos y elaborar estrategias de minimización del impacto«, dijo.

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